En las montañas de Ordal (Barcelona), debajo de la ermita de Sant Antoni, en la cima del Montpedrós, encontramos unos petroglifos. En estos dibujos en la piedra, que datan de la Edad del Bronce (1700- 1100 a. C.) podemos ver un caracol y el Sol con dos astas. En las montañas también encontramos otros restos prehistóricos, íberos, romanos… que nos ayudan a entender el pasado y la impronta dejada por los humanos en el paisaje. Vamos a hacer un pequeño repaso…
Restos prehistóricos…
Aparte de los petroglifos, podemos ver monumentos funerarios como los dólmenes o menhires. El dolmen está compuesto por dos piedras perpendiculares al suelo y otra posicionada encima. El menhir era esa piedra que Obélix siempre transportaba y daba la sensación que era de cartón piedra, al menos para él. No olvidemos que de pequeño cayó en el caldero donde preparaban la poción mágica y su fuerza es ilimitada. La función del menhir era religiosa o para rendir culto a los antepasados y simplemente era una piedra posicionada en vertical.

Los poblados íberos
Los íberos pueblan una parte de la Península Ibérica desde el siglo VI a.C., interaccionan con los griegos comerciantes y se diluyen con el proceso de romanización. A nuestros antepasados les gustaba construir en las cimas de montañas desde donde dominaban las vías de comunicación y las posibles invasiones. Empezaban con una muralla defensiva de piedra o construcción ciclópea y dentro construían las viviendas de barro. También tenían espacios públicos, templos, plazas, cisternas (depósitos de agua), silos (para el almacén de grano)…

Los romanos ingenieros y agricultores
Cuando llegan los romanos a la península celtíbera, imponen sus costumbres, lengua e “integran” a todos los pueblos vencidos. A los romanos les gustaba construir vías de comunicación empedradas, formaron asentamientos que luego darían lugar a muchas ciudades, pero aparte de ser un pueblo conquistador y eminentemente militar, también eran agricultores.

Edad Media
En la época feudal la sociedad estaba estructurada en castas: la guerrera, constituida por nobles, la eclesiástica, formada por monjes, y la plebe dedicada a cultivar la tierra y oficios diversos. De esta época nos encontramos ermitas románicas, diseminadas por toda la parte norte peninsular. Castillos dispuestos en lo alto de montañas y inexpugnables (o casi…) y monasterios muchas veces también aislados.

Restos del pasado agrícola
En un pasado no tan lejano e incluso presente, los agricultores trabajaban la tierra. Construían muros para hacer bancales, cisternas para almacenar agua o comida al fresco, cabañas para guarecerse de la lluvia o el frío…

Lo más importante es estudiar, conocer y respetar estos restos históricos. E intentar no dejar más impacto humano en la naturaleza como infraestructuras viarias innecesarias, urbanizaciones no regladas, vertederos ilegales… ¡Una buena gestión del territorio depende de todos!