Las huellas de la historia en la naturaleza

En las montañas de Ordal (Barcelona), debajo de la ermita de Sant Antoni, en la cima del Montpedrós, encontramos unos petroglifos. En estos dibujos en la piedra, que datan de la Edad del Bronce (1700- 1100 a. C.) podemos ver un caracol y el Sol con dos astas. En las montañas también encontramos otros restos prehistóricos, íberos, romanos… que nos ayudan a entender el pasado y la impronta dejada por los humanos en el paisaje. Vamos a hacer un pequeño repaso…

Restos prehistóricos…

Aparte de los petroglifos, podemos ver monumentos funerarios como los dólmenes o menhires. El dolmen está compuesto por dos piedras perpendiculares al suelo y otra posicionada encima. El menhir era esa piedra que Obélix siempre transportaba y daba la sensación que era de cartón piedra, al menos para él. No olvidemos que de pequeño cayó en el caldero donde preparaban la poción mágica y su fuerza es ilimitada. La función del menhir era religiosa o para rendir culto a los antepasados y simplemente era una piedra posicionada en vertical.

1- Izquierda superior: Petroglifo del Sol con las astas (Montpedrós/Santa Coloma de Cervelló). 2- Derecha superior: “Pedra de les Orenetes” 3- Izquierda inferior: inscripción de la “Pedra de les tres creus”. 4- Derecha inferior: “Pedra foradada”. Estas tres imágenes forman parte de la Ruta Prehistórica de La Roca del Vallès y son de la Edad del Bronce.

Los poblados íberos

Los íberos pueblan una parte de la Península Ibérica desde el siglo VI a.C., interaccionan con los griegos comerciantes y se diluyen con el proceso de romanización. A nuestros antepasados les gustaba construir en las cimas de montañas desde donde dominaban las vías de comunicación y las posibles invasiones. Empezaban con una muralla defensiva de piedra o construcción ciclópea y dentro construían las viviendas de barro. También tenían espacios públicos, templos, plazas, cisternas (depósitos de agua), silos (para el almacén de grano)…

En el litoral catalán podemos encontrar un gran número de asentamientos íberos. De izquierda a derecha, tres de la Serralada de Marina: Puig Castellar, Turó d’en Boscà y Les Maleses.

Los romanos ingenieros y agricultores

Cuando llegan los romanos a la península celtíbera, imponen sus costumbres, lengua e “integran” a todos los pueblos vencidos. A los romanos les gustaba construir vías de comunicación empedradas, formaron asentamientos que luego darían lugar a muchas ciudades, pero aparte de ser un pueblo conquistador y eminentemente militar, también eran agricultores.

Arriba las ruinas de Ca n’Alemany (Sierra de Marina. Badalona), construida sobre una villa romana. Abajo restos de la vía romana de Parpers (Argentona), data del s. II a.C, formaba parte de la Vía Sergia y unía diversas poblaciones catalanas.

Edad Media

En la época feudal la sociedad estaba estructurada en castas: la guerrera, constituida por nobles, la eclesiástica, formada por monjes, y la plebe dedicada a cultivar la tierra y oficios diversos. De esta época nos encontramos ermitas románicas, diseminadas por toda la parte norte peninsular. Castillos dispuestos en lo alto de montañas y inexpugnables (o casi…) y monasterios muchas veces también aislados.

Arriba la ermita de Sant Onofre (Montserrat). Abajo izquierda el castillo de Burriac, del siglo XI pero construido sobre restos romanos e íberos (Cabrera de Mar/Barcelona). Y a la derecha el monasterio de la Mola (Sant Llorenç del Munt). Monasterio románico del s. XI.

Restos del pasado agrícola

En un pasado no tan lejano e incluso presente, los agricultores trabajaban la tierra. Construían muros para hacer bancales, cisternas para almacenar agua o comida al fresco, cabañas para guarecerse de la lluvia o el frío…

Arriba y a la izquierda un muro agrícola clásico (Ordal). A la derecha una “barraca de pedra seca” construida sin ningún tipo de cemento y argamasa (Rellinars/Barcelona). En la parte inferior un pozo y una “cocona” del Garraf. Y a la derecha una cisterna de Collserola. Lamentablemente, estos depósitos son trampas para la fauna.

Lo más importante es estudiar, conocer y respetar estos restos históricos. E intentar no dejar más impacto humano en la naturaleza como infraestructuras viarias innecesarias, urbanizaciones no regladas, vertederos ilegales… ¡Una buena gestión del territorio depende de todos!

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